CARTA DE VENECIA, 19641
Las obras monumentales de los pueblos, portadoras de un mensaje espiritual del pasado,
representan en la vida actual el testimonio vivo de sus tradiciones seculares. La humanidad,
que cada día toma conciencia de los valores humanos, las considera patrimonio común
reconociéndose responsable de su salvaguardia frente a las generaciones futuras. Estima
que es su deber transmitirlas en su completa autenticidad.
Es esencial que los principios encaminados a la conservación y restauración de los
monumentos sean preestablecidos y formulados a nivel internacional, dejando, sin embargo,
que cada país los aplique teniendo en cuenta su propia cultura y sus propias tradiciones.
Al definir por primera vez estos principios fundamentales, la Carta de Atenas de 1931
ha contribuido al desarrollo de un amplio movimiento internacional, que se ha concretado
especialmente en documentos nacionales, en la actividad del ICOM y de la UNESCO y en la
creación, como obra de la propia UNESCO, del Centro Internacional de Estudio para la
Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Sensibilidad y espíritu crítico se han
dirigido hacia problemas cada vez más complejos y variados; ha llegado, pues, el momento
de volver a examinar los principios de la Carta con el fin de profundizar en ellos y de ampliar
su operatividad en un nuevo documento.
En consecuencia, el Segundo Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de
Monumentos, reunido en Venecia del 25 al 31 de mayo de 1964 (Graciela)
No hay comentarios:
Publicar un comentario